18 marzo 2009

El Fitz Roy. Un pueblo casi desierto. Las desventuras de un viaje. Y la sorpresa.






14 de marzo de 2009 El Chalten. Cambio de pueblo. Sigue el viaje y ya nos ubicamos en la ciudad del El Chaltén. Arrancamos muy tranquilos desde el calafate para estar en la ruta a las 11 am aprox. Recorrer 180 km no es tanto y mucho menos cuado son mayormente de asfalto a pesar de que creíamos eran de ripio. Desde la salida del Calafate ya se puede observar el Fitz Roy. Una roca enorme entre mucha montaña. Increíble que desde tan lejos ya se divise (ahí me volví a preguntar como es lo de la visibilidad cuando dicen que es de 10km). A medida que va pasando la ruta y se acrecienta el viento los paisajes se ponen cada vez más atractivos hasta el punto de ver a la izquierda de la ruta la inmensidad del Lago Viedma y de fondo, aunque no por eso menos inmenso, el Glaciar Viedma. Ni sabía que existía pero la visión desde la ruta es espectacular. Lago, glaciar, montañas nevadas y cubiertas en nubes como si realmente fuera una manta que las cubre, más a la derecha de nuevo el Fitz Roy y un glaciar más chiquito. Si entrase en las fotos lo pondría, aunque no supera la visión directa una verdadera belleza natural para mi desconocida hasta el momento. Seguimos en la ruta y se acerca El Chaltén pero se alejan los pantalones cortos y las remeritas. El viento no llega a lo que sufrió Mariana con 300 km/h pero debe andar por ahí. Según me dicen somos afortunados ya que es muy raro poder ver el Fitz Roy como se ve hoy, totalmente descubierto, ni una nube. Hasta a veces la gente viene por una semana y nunca llega a verlo completo. Por algo se llama el Chaltén que traducido es Montaña humeante; no por ser un volcán sino por las nubes que siempre los rodean. Si alguien no esta de acuerdo con esto dirigirse a Mariana que esta vez hizo de Wikipedia. Luego recorrida por el pueblo, caminando porque sino se termina rápido y planes para ver que caminata hacemos al día siguiente. Pero antes de esto, la sorpresa, o las sorpresas y las desventuras del viaje. Una cosa que nunca puede faltar cuando uno viaja es que sucedan cosas inesperadas. Siempre quedan las anécdotas pero el momento es cuando uno lo sufre. Quienes lean estarán imaginando que caminamos 6 horas en el hielo, o que nos quedamos sin alimentos en el medio del glaciar, o cosas de ese estilo. Lamento comunicarles que no fue así. Aunque no menos molesto según el lado que se lo mire. La primer sorpresa nos la llevamos al buscar lugar para dormir. Mariana fue esta vez la encargada de averiguar precios y ver las instalaciones. Sorpresa fue cuando volvió después de 5 minutos y nos dice… ¨ya cerré, a 180¨. Quedamos un poquito duros por que no habíamos visto otras pero si ella lo dijo, confiamos en su elección. Así que nos quedamos. Y ahí la segunda sorpresa, mientras acomodábamos los bolsos en una cabaña vistosamente agradable, cálida, limpita… la verdad que nada de que quejarse; excepto por un detalle que evidentemente Mariana no se percató… no hay bidet… Leyeron bien? Es decir, el bidet. Eso que esta en cualquier baño y que la señorita no se percató en ningún momento. Seguramente no les sonará tan grave como a nosotros. Ni tan gracioso como a Mariana que se rió durante todo un día más allá de todos los comentarios y chistes sobre el tema que se sucedieron a partir de eso y que no vamos a reproducir por acá. Pero así como lo leen, no hay bidet! Terrible. Apenas enterados de la situación veo como Juan entra con unos restos de Fanta en su mano, desde mi posición no tenía el panorama de la cocina, así que le digo: ¨No vas a guardar eso en la heladera”. Segundo Chan! del día. Que digo día… de los 15 min recientes. Tampoco tenía heladera!!! A partir de ese momento chequeamos todo, mesas, sillas, si hay ducha, camas y cualquier cosa que Mariana haya dicho que era potable. Más allá de todo la situación no fue tan grave pero al menos nos dio motivo de gracias durante 1 día ya que todo terminaba en la falta de heladera y bidet. Y a Mariana la dejamos que siga eligiendo lugares, pero desde ahora lo primero que mira es el baño y la cocina y todo sus elementos que la componen. Para ustedes quizás eso no se nada, para nosotros fue mucho, pero ahí no terminó el día de sorpresas. Una vez ubicados salimos a caminar a recorrer el pueblo y a planear el trekking del día siguiente, que desde ya les anticipo que nunca se realizó porque llovió desde temprano al día siguiente y no solo no pudimos ver mas el cerro sino que nos permitió dormir hasta el mediodía y salir hasta acá, a Lago Posadas, Hipólito Irigoyen desde donde escribimos, pero esas es otra historia. Volviendo a la caminata por El Chaltén mientras recolectábamos maderas para el disco nocturno vimos un personaje que nos llamo llamó la atención aunque no acreditábamos que fuera así, hasta que Juan pegó el grito para confirmar… ¨Pablo!¨ Y se dio vuelta… 3er sorpresa. Para los que no los conocen, se los presento: Pablo, Campillo. Si, el mismo Pablo Campillo en el Chaltén. Que hacía? Se casaba el hijo que vive ahí. Nos reconoció, hablamos un rato de la vida, de sus cosas, de su retiro, etc etc etc… la verdad que se nos pasó sacarnos una foto, pero la sopresa ya estaba. Se hizo largo. Como verán no tenemos mucho para hacer. Tampoco hay internet, ni teléfono, ni nada por el estilo. Escribimos ahora mientras esperamos que Doña Gladis y Mingo nos hagan el corderito al horno en esa casa de familia que paramos. Dos grandes y dos personas de gran corazón que nos cuentan sus hazañas en la estancia, con los pumas, los zorros y los caballos. Yo me cansé de escribir, asi que seguirá otro o en otro momento.

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